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¿Golpe de Estado?

José M. Tojeira

Algunas oficiales del gobierno, view cansados de la crítica sistemática de algunos sectores, malady y de diversos ataques en las redes sociales, han hablado de golpistas y de una desestabilización tendiente a favorecer un golpe de estado. ¿Se puede dar esa contingencia, por llamarla de alguna manera, en El Salvador? Creo que en la actualidad es imposible. Y por esa misma razón no conviene hablar de ese modo. Es posible que a algunos fanáticos de la derecha les gustara la idea de un golpe, pero son demasiado pocos y demasiado débiles como para poder impulsar la historia salvadoreña actual en esa dirección. Que haya quienes se quiere aprovechar de los fanáticos con fines de desgaste es otra cosa. Pero mencionar el tema del golpe de estado es hacerles propaganda a quienes, aunque irrealizables hoy, puedan tener ese tipo de intenciones.

Personalmente creo que un golpe no es posible por las siguientes razones. En primer lugar los militares tendrían que darlo. Y el ejército, aunque tenga armas, no tiene la capacidad de darlo. Tendría que reprimir a demasiada gente y eso haría inviable un gobierno militar, aun con aliados de otros grupos. Los militares actuales, que además no son golpistas, saben que no tienen posibilidad de éxito. Y no son tontos. Saben de sobra que si algunos militares se libraron de ir presos por masacres y abusos de derechos humanos, un golpe actual con represión de la gente se pagaría más temprano que tarde no con leyes de amnistía sino con cárcel. La empresa privada, otro sector que podría impulsar un  golpe en ciertas condiciones, no está interesada en el tema. Como en todas partes puede haber un empresario aventurero. Pero saben de sobra que no sería una buena inversión. El partido ARENA, por otro lado, aunque tenga algún loco en sus filas, cosa que no es infrecuente en los partidos políticos nuestros, tengan el color que tengan, tampoco tiene ni el prestigio ni la solvencia moral para emprender una aventura de ese tipo. Después de instaurar una corrupción grave en el país, montarse sobre una ventura represiva terminaría definitivamente con el partido. Además los problemas de violencia o desigualdad en los gobiernos pasados son muy parecidos a los actuales. Y los areneros sensatos lo saben de sobra. En todo caso prefieren la política de acoso y desgaste que en el mediano o largo plazo suele tener resultados electorales propicios, especialmente cuando hay temas de difícil solución.

Por otra parte el FMLN, con los problemas de gobernanza que tiene, no se puede ver como un gobierno débil. No se trata aquí de presentarlo como un  gobierno extraordinario. Pero aun con sus fallas, tiene suficiente visión y estabilidad interna, alianzas y apoyo popular como para resistir las inclemencias del acoso mediático y opositor sin tener que recurrir a medidas que tensaran la situación interna del país. Si alguna crítica se le puede hacer, aparte de las normales dependientes de la inveterada burocracia del país y las lentitudes y desorden que la misma impone, es que va más lento de lo que se esperaba a la hora de hacer reformas estructurales. El modo de fijar el salario mínimo, por ejemplo, continúa con los mismos patrones injustos e insultantes hacia los más pobres, heredados de ARENA. Y eso aunque el FMLN, la última vez que se subió dicho salario, haya elevado un poco más los porcentajes de aumento que en otras ocasiones. Elevar de un modo serio y responsable el salario mínimo en el país, haciéndolo mínimamente coherente con la justicia social, ni generaría golpe de estado ni debilitaría al gobierno, por mucho que rabiaran algunos sectores de la empresa privada.

En este contexto, hablar de golpe de estado no me parece conveniente. Lo que se debe hacer, especialmente por parte de la gente seria y que tiene una idea racional de lo que precisa el futuro salvadoreño, es plantear los graves problemas que permanecen desde hace más de cincuenta años y que tienen que resolverse. E impulsar para ello un pacto de nación, unos nuevos acuerdos socioeconómicos,  o como los queramos llamar, que no sólo diseñe una política nacional y de estado, sino que proponga los recursos y la fuente de los mismos. Un país que invierte poco en la gente no tiene perspectiva. Y aunque el FMLN está invirtiendo más en la gente que lo que invertía ARENA en sus gobiernos, lo que se invierte es del todo insuficiente para las necesidades de un desarrollo equitativo. Sólo un diálogo nacional, una claridad de objetivos en campos como los educativos, de salud, vivienda y trabajo digno, y un pacto fiscal que permita avanzar hacia la justicia social en esos temas puede sacarnos de los problemas que hoy sufrimos. La violencia en El Salvador comienza con la violencia estructural de una economía que no está al servicio de las mayorías, con la violencia de una estratificación social creadora de desigualdades profundas en el campo de los derechos humanos básicos y con una profunda debilidad institucional, que al final acaba beneficiando al más fuerte y dejando a la víctima sin defensa.  Esta problemática no la puede resolver ningún sector del país en solitario. O hay diálogo, plan nacional de desarrollo básico dialogado y apoyado por la mayoría, pacto fiscal que lo posibilite, o seguiremos con los problemas de violencia y dolor por demasiado largo rato. Un golpe de Estado sería cosa de locos y no haría más que agravar la situación.

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